Es posible mejorar los debates digitales sin censurarlos: en eso estamos trabajando
Pregunta: Profesor Wessler, demos primero un paso atrás: ¿cómo surgió su interés por la comunicación?
Hartmut Wessler: Para responder a esta pregunta, me remonto a Namibia, donde nací. Allí crecí en un entorno colonial caracterizado por el apartheid. Me di cuenta muy pronto de lo importante que es comunicarse a través de las fronteras, aunque de niña no reflexionara conscientemente sobre ello. Quizá esa fue la influencia decisiva. Más tarde estudié periodismo, ciencias políticas y sociología en Berlín y pasé algún tiempo en Estados Unidos. Hoy investigo en la Universidad de Mannheim la importancia de los buenos debates para el discurso democrático.
Pregunta: ¿Qué es una "buena" discusión?
Hartmut Wessler: Para mí, un buen debate se caracteriza por el hecho de que uno puede expresarse y aprender del otro al mismo tiempo. La democracia se nutre de este intercambio, de escuchar al menos de vez en cuando. Creo que es apasionante e importante averiguar cómo podemos mejorar esta interacción en los debates digitales.
Pregunta: Si observa la evolución del sistema de comunicación en los últimos 20 años, ¿qué cree que ha cambiado más?
Hartmut Wessler: La transformación provocada por la digitalización es enorme. Mientras que el discurso público solía estar comisariado por equipos editoriales, hoy prácticamente cualquiera puede expresar su opinión libremente. Eso suena positivo y democrático a primera vista. Pero como resultado, también estamos viendo más formas de comunicación que antes permanecían privadas, como los eslóganes de mesa de los habituales. Esta dinámica ha creado espacio para actores estratégicos que perturban y polarizan deliberadamente los debates públicos. Estos "empresarios de la polarización", como los llama Steffen Mau, persiguen el objetivo de dividir a la sociedad en bandos opuestos para alcanzar determinados objetivos políticos o sociales, a menudo con posiciones extremas. Estos actores alimentan deliberadamente los conflictos porque se benefician cuando los bandos se endurecen y deja de haber diálogo.
Pregunta: Ha hablado de empresarios de la polarización y de redes que prosperan a costa de la disensión. ¿Cree que nos estamos convirtiendo en una sociedad en la que los bandos enfrentados ya no se escuchan?
Hartmut Wessler: Es una preocupación legítima, pero también una cuestión empírica abierta. Alemania, por ejemplo, está menos polarizada que Estados Unidos, y la idea de las cámaras de eco se considera hoy de forma más diferenciada en el mundo académico. A menudo estamos incluso más expuestos a opiniones contrarias en Internet que en nuestra vida privada. El verdadero problema es que estas otras posturas a menudo sólo se perciben negativamente. Por ello, la metáfora de la "guerra de trincheras" encaja mejor que la de la "cámara de eco". La comunicación democrática se nutre del disenso, pero lo importante es cómo se lleva a cabo este disenso. El objetivo debería ser crear una mayor disposición a considerar al menos otras perspectivas.
Pregunta: Una palabra clave que ya ha mencionado es escuchar. Qué papel desempeña en la cultura del debate digital?
Hartmut Wessler: Una muy importante. En inglés hablamos de voice and listening, es decir, expresión y escucha. Sólo cuando ambos elementos se unen, la gente se siente realmente escuchada. Esto también se aplica a la comunicación democrática: si uno tiene la sensación de que se le permite hablar pero no se le escucha, surge el descontento. Hoy en día, muchas personas se retiran de los debates públicos porque están expuestas a discursos de odio y desinformación. Iniciativas como "Ich bin hier" (Estoy aquí), que emprenden acciones específicas contra los comentarios de odio en las redes sociales, están realizando una importante labor en este sentido. Demuestran que los individuos pueden actuar como fideicomisarios del debate público, aunque esto sólo pueda ser parte de la solución. En última instancia, necesitamos más regulación y soluciones técnicas para mejorar la calidad del debate.
Pregunta: ¿Qué podría invertir la tendencia al aumento de la polarización?
Hartmut Wessler: En primer lugar, tenemos que entender las causas de la polarización. Una de ellas es la lógica económica de las redes sociales, que se basa en interacciones emocionales. Las plataformas no están programadas para la democracia, sino para maximizar las interacciones, a menudo mediante estímulos negativos. A las plataformas les interesa generar el mayor número posible de rastros de datos de los usuarios, por ejemplo a través de interacciones intensas y emocionales, porque son las que mejor se pueden monetizar. Sin embargo, lo que sería importante para la democracia es más bien lo contrario: aspectos como la escucha, la discusión de las diferencias de opinión o la capacidad de llegar a una decisión conjunta. Lamentablemente, estos elementos orientados a la calidad no están contemplados en estas plataformas. Por ello, nuestro enfoque de investigación pretende orientar los debates en esta dirección a través de la moderación. Para ello, vamos más allá de la mera moderación de contenidos y nos centramos en mejorar los debates sin censurarlos en modo alguno. En una configuración experimental exhaustiva, probamos la eficacia de la IA en la moderación entrenándola para reconocer cuándo un debate muestra muy poca consideración o atención por los demás y, a continuación, realizar intervenciones respetuosas y orientadas a los oyentes. Sorprendentemente, la moderación con IA ha demostrado funcionar tan bien como la moderación humana a la hora de fomentar la capacidad de escucha.
Pregunta: ¿Qué aspecto tenía realmente este experimento?
Hartmut Wessler: Los participantes debatieron un escenario ficticio sobre la planificación de una barbacoa con vegetarianos y carnívoros. Queríamos ver si la IA podía intervenir en debates acalorados. Para ello, programamos la IA para que interviniera de forma selectiva y respetuosa y animara a los participantes a dialogar o a hacer preguntas. Además, proporcionamos botones especiales como "Gracias" y "Respeto", que ofrecían la oportunidad de reconocer cuándo las personas se apreciaban mutuamente. A continuación, organizamos chats en línea de media hora con un total de casi 800 participantes y pusimos a prueba los distintos elementos entre sí. La moderación humana por nosotros mismos y la moderación por IA contribuyeron casi por igual a mejorar la escucha mutua en el debate.
Pregunta: ¿Cómo valora el potencial del uso de estas herramientas basadas en IA en las grandes plataformas de noticias?
Hartmut Wessler: Ya existe un gran potencial, pero cada plataforma tendría que adaptar su propia versión. Cada redacción tiene su propia cultura e historia en materia de moderación. Por eso tendría sentido considerar estas herramientas como un proyecto a largo plazo que se evalúa y adapta periódicamente. Para nosotros, como académicos, es apasionante poner en marcha procesos de este tipo, porque no se trata sólo del alcance, sino también de la calidad del debate y de lograr un intercambio constructivo.
Pregunta: ¿Así que la moderación basada en la IA podría convertirse en un contrapeso a los algoritmos imperantes y tender nuevos puentes?
Hartmut Wessler: Creo que es importante dar a la gente más oportunidades técnicas y comunicativas para expresar su voluntad de cooperar. La mayoría de la gente quiere discutir de forma constructiva y encontrar soluciones juntos. Por desgracia, las estructuras actuales de los medios sociales apenas fomentan esta voluntad. Si creamos formas de reforzar esta cooperación y animamos a la gente a escuchar, esto puede contribuir a que, a largo plazo, estemos menos divididos como sociedad.
Pregunta: ¿Sería posible en el futuro que las herramientas de refuerzo de la democracia como las que usted ha desarrollado fueran tan visibles como las fuerzas polarizadoras?
Hartmut Wessler: Ésa es exactamente la esperanza. Hay mucha gente que valora la democracia, pero actualmente estamos viviendo una fase de crisis. La ciencia puede servir de puente ofreciendo soluciones y mostrando cómo esas herramientas pueden volver a unir a la sociedad. No se trata de una solución global, sino de dar pequeños pasos en la dirección correcta y observar lo que funciona y lo que no. Estoy convencido de que a largo plazo es posible desactivar la tendencia a la polarización y reforzar el diálogo democrático.
Foto: Hannah Aders